viernes, 17 de junio de 2016

Always

Siempre he esperado o buscado a un hombre que solo con verme se derrita, que me consienta, que me cuide y proteja, que me perdone todos los errores que puedo tener, que busque mi bienestar y, más que nada, que me ame con todo su corazón y toda su alma.
A mis casi 29 años, yo ya tuve a ese hombre, su nombre no es relevante pero yo le decía "papi".

Tengo muy vagos recuerdos de mis primeros años, pero él está en todos esos recuerdos. Él era mi héroe, él era mi vida entera.
No viví con él mucho tiempo, porque divorcio. Mi papá, de hecho, vivía en otro país y yo solo le hablaba por teléfono cada vez que se podía. En algún momento (y esto lo sé porque mi mamá y mi papá me lo contaron muchas veces), él necesitaba estar cerca mío, por lo que vino a vivir a mi país, dejando atrás familia, cultura, idioma, etc... Yo era tan feliz teniéndolo cerca.

Sé que puede sonar extraño y hasta de más, pero desde que él y yo estábamos cerca siempre, me creció un miedo irracional a perderlo. Lloraba noches enteras porque sentía que me quedaba sin él. En mi corto entendimiento espiritual, yo rezaba porque él no se muriera antes de que yo cumpliera 20 años.

Pero pasó.
Me quedé sin él.
Me quedé sin la mitad de mi corazón.
No sé cómo explicarle ni siquiera a mi demás familia el vacío que queda.

Pero antes de eso, regresemos en el tiempo.
Tengo recuerdos (muy vagos, muy cortos) de hacer siesta con él cuando yo le cabía en un solo brazo. Recuerdo que me llamaba todos los sábados y aunque hablábamos diferentes idiomas, él y yo siempre nos entendimos, mi abuela dice que era el lenguaje del corazón.
Él me regaló mi primera laptop con todo y programa de dibujo porque él siempre creyó que yo iba a ser una gran artista (no lo soy).
Cuando me tocaba estudiar historia del mundo en el colegio, él tuvo paciencia de explicarme y ayudarme y platicábamos de eso todos los días, hasta que se volvió mi materia favorita y también tuvo la chispa en los ojos y me dijo que algún día sería una gran escritora (tampoco lo soy).

Él nunca dejó de creer en mí, él nunca me levantó la voz, no digamos levantarme una mano... JAMÁS.

Cuando yo me iba con él, nunca faltaron las películas clásicas, nuestros platillos que cocinábamos juntos, nuestros desayunos especiales, nuestras discusiones de política (gracias a él aprendí a alegar) y todas sus enseñanzas en música. Estar con él era increíble.

Para mis 15 años, todo el mundo estaba pendiente porque él le dijo, literalmente, a todo el mundo que iba a hacer mi fiesta, a celebrarme. Y esa fue la última vez que lo vi.
Pasaron los años y mi papá se regresó con mi abuela y pasé casi tres años sin verlo, siempre con nuestra promesa de "muy pronto".
Pero nunca pasó.

En septiembre del 2005, el huracán Katrina hizo destrozos en Louisiana y llegó a afectar el lugar donde mi papá vivía.
Hablamos cuatro días antes de mi cumpleaños y sí recuerdo muy bien que lo último que me dijo fue "I love you with all my heart. Always." Yo estaba cumpliendo 18 años y estaba emocionada por ser, finalmente, una persona adulta. Al día siguiente de mis "big 18" él falleció.

Lo llevo en mi corazón todos los días de mi vida y así será hasta que yo deje de existir y, espero, verlo otra vez.
Ese último "always" me retumba en la cabeza desde entonces.

Intento no deprimirme porque él siempre odió verme llorar. Pero más que nada intento llevar lo mejor que me enseñó y sus mejores palabras: ¨never give up¨.

Para terminar, les dejo la canción que me recuerda a él siempre:


https://www.youtube.com/watch?v=JxPj3GAYYZ0