lunes, 4 de septiembre de 2017

Y son tres...

Hace tres años exactamente empecé este blog. La idea principal era contarles y volver chiste las experiencias que tenía al salir en dates. Tenía 26 años y estaba exhausta de tanta ridiculez en la gente (ni sabía yo todo lo que me faltaba ver todavía haha). 

Nunca fue mi intención burlarme directamente de alguien, sino de las situaciones en sí, esas situaciones que todo el mundo escuchaba y me respondía con un “solo a vos te pasan esas cosas”. Y sí, aparentemente así era, tanto que yo sola me decía “bad luck Joyce”. 

Ya les conté de la peor cita que he tenido hasta ahora, pero he tenido también citas muy raras, muy divertidas y, por supuesto, muy buenas también. Ya les iré contando un poco más.

Sé que mi blog se ha desviado un poco del tema inicial y que me he desahogado de temas un poco más profundos acá, pero les agradezco que me sigan leyendo, que me dejen comentarios, que me hablen para mostrar apoyo y que busquen la forma de darme esos ánimos que a veces no encuentro.

Pero regresando al tema principal de este blog, hoy les tengo una pequeña historia... 

Hace algún tiempo, quedamos en salir a cenar con alguien que conocí en un dating app (no me juzguen mucho). El chavo era muy amable, super dulce y parecía ser bastante caballeroso. 
Él sugirió el lugar y me dijo que saldría de viaje pronto entonces que no tenía mucha disponibilidad de fechas, era casi un “vamos hoy sí o sí”. Y me gustó la idea del lugar propuesto porque aparte de que me gustaba bastante la comida, era muy concurrido y así me sentía más segura.

Al llegar, no lo encontraba y no se me ocurrió decirle que nos juntáramos en algún lugar más específico dentro del restaurante. Lo busqué varias veces y nada. Al llamarlo, me dijo que iría a traerme a la entrada del restaurante. 
Oh sorpresa, no se parecía en nada a sus fotos (puede ser que él haya pensado lo mismo de mí, no lo culparía). 

Me dijo “sígueme, ya tengo mesa” y yo muy obediente iba caminando detrás de él y noté que iba para la esquina del restaurante y pensé “qué romántico él para ser la primera vez que nos vemos”.
Oh sorpresa, no estaba solo. Había dos chavos más con él. 

Sí, mi "date" al final fue con 3 chavos. 





Les juro que ahora me da risa, pero en el momento sí estaba un poco paranoica y empecé a ubicar salidas, meseros, el baño, etc., por cualquier cosa. 

Ellos me explicaron que estaban en una reunión de trabajo y se “le habían pegado” al chavo y por eso estaban ahí, seguido de un “ojalá no te moleste”. A estas alturas, descarté totalmente la cena como una date y la empecé a ver como una reunión entre amigos nada más. 

Mientras cenamos, sí hubo una buena conversación sobre la sociedad actual, programas estúpidos de la tv, música de todos los tiempos, etc. Fue una conversación agradable. 

No permití que nadie pagara mi cuenta, ya saben, para no dar ninguna mala impresión. Y al finalizar la cena, los tres me acompañaron a tomar mi taxi de regreso a casa. 

Él y yo hablamos un par de meses más, pero cuando salió de viaje a Europa (por trabajo dijo él), se perdió la comunicación y nunca supe nada más de él. 

Esta date puede ser catalogada como rara, divertida y hasta buena. Pero sí debo aceptar que era más caballeroso de lo que imaginaba y tanto él como sus amigos o compañeros fueron perfectos caballeros. 

Ojalá hubiera más gente en la que se pueda confiar tan así, a la primera. 



Hasta la próxima, my darlings. 💜

Joyce, la amargada 😎✌