domingo, 9 de diciembre de 2018

Cuento de un principito

Esta es la historia de un principito.

Un principito que tenía poderes muy especiales. Claro, nosotros al pensar en poderes pensamos en volar, ser invisible, visión láser, etc., pero nuestro principito tenía poderes que muchas veces nos cuesta más ver en este mundo y, en medio de nuestra imperfecta humanidad, se nos olvida que nosotros también podemos tenerlos.

Nuestro principito nació en la tercera semana del primer mes del año, alegrando inmensamente los corazones de todos aquellos que esperaban su llegada con tanto amor.

Desde su nacimiento, todos pudieron empezar a ver y sentir los poderes súper especiales que nuestro principito tenía, en él brillaban como en nadie más. Incluso, quienes nacimos después de él nos veíamos empapados de ese brillo especial que nuestro principito tenía.

Como es de esperar, nuestro principito siempre atraía mucho a las personas con sus poderes especiales que nadie entiende. Y es que, entre esos poderes, el que siempre nos transmitía era su inmensa y genuina alegría en el corazón, esa gana por ver a los demás felices, ese modo de hacer lo que fuera necesario con tal de ver una sonrisa en los demás.

Todos los que crecimos con él, lo conocimos en algún momento de nuestra vida o alguna vez lo vimos, sonreímos al recordarlo, con esa alegría tan característica de él.
Y no digamos sus orgullosos padres, quienes hicieron todo lo posible por mantener ese corazón lleno de alegría siempre.

Sí, nuestro principito con sus poderes especiales fue una parte clave en muchas de nuestras vidas. A muchos, nos enseñó que una sonrisa y una actitud correcta nos hace llegar más lejos, nos enseñó que amar sin condición, sin límite y sin miedos es la forma correcta de amar, nos enseñó que para obtener respeto debemos respetar también, nos enseñó que la vida puede no ser fácil pero que nuestro corazón siempre debe ser fuerte para enfrentarlo todo, nos enseñó que está bien creer en las personas, nos enseñó que la familia siempre es lo primero y más que nada, absolutamente todos sabemos que ese corazón sigue brillando en nuestras vidas como inspiración, como compañía, como recordatorio de todo lo aprendido.

En un día como hoy, después de miles de cosas vividas, miles de lecciones y millones de sonrisas, nuestro principito se fue. Regresó a dónde realmente pertenece un ángel tan hermoso como lo es él.

Sí, por supuesto que duele no ver más su sonrisa, no escuchar más su voz, pero todos siempre recordamos esa alegría que nos hacía sentir, esa forma en que nuestro corazón se hacía más grande cada vez que él estaba presente.

Y, como les decía, sus súper poderes no siempre se entienden en este mundo pero al recordarlo a él, podemos sentir su alegría de nuevo y tener la esperanza de que sigue cuidando de todos, recordándonos lecciones, haciéndonos sonreír.

No piensen que nuestro principito no dejó un legado, por supuesto que lo dejó.
El legado vive en cada uno de nuestros corazones y en su hermoso bebé (que ya no es un bebé, la verdad), quién a simple vista, también se le puede ver ese brillo tan especial en el corazón.

FIN


Hasta la próxima, my darlings.

Joyce, la amargada. 🤘🏻😎