martes, 3 de septiembre de 2019

Lo Tóxico

La palabra "tóxico" se puso de moda en los últimos meses para intentar describir o resumir ciertas actitudes y comportamientos que siempre han existido en relaciones sentimentales, amistades, familias y hasta en el trabajo.

Y aunque todos tenemos el concepto super definido en nuestra mente, y aunque hayan miles de memes, bromas y hasta críticas por el uso de la palabra, no deja de ser una realidad. Tal vez más adelante se le llamará por otro nombre y también nos burlaremos.

Hace unos días, encontré un programa en el que hablaban sobre el tema y en dicho programa, todas las participantes se desahogaron por lo que sus parejas anteriores les habían hecho y tacharon todos y cada uno de los comportamientos como tóxicos.

Ahora, yo no estoy de acuerdo. No creo que todo tenga que ser tóxico, ni creo que casualmente todo el mundo es tóxico menos uno.

Y entonces estuve dándole vueltas al asunto en mi mente y puedo llegar a la conclusión que hay varios tipos de toxicidad que permitimos en nuestra vida:

1. Las parejas tóxicas. Estamos tan "enamorados" de la persona que permitimos muchas actitudes que, en el fondo de nuestro corazón, sabemos que no son correctas y que no deberían existir en nuestra vida. Claro, también pasa que las actitudes y comportamientos, se van dando de forma gradual, entonces es más difícil identificarlos o señalarlos.
A veces también pasa con personas que ni siquiera son nuestra pareja pero que sentimos cierto tipo de "enamoramiento" y ahí vamos.

2. Las amistades tóxicas. Todos sabemos que las amistades no son perfectas y que su supervivencia se basa, entre tantas cosas, en la tolerancia y respeto hacia nuestras diferencias. Muchas veces, eso nos lleva a tolerar más de lo que debemos y terminamos con un amigo tóxico, un amigo que sabemos que nos quiere pero que muchas veces no se nota. En estos casos también se puede ir presentando de forma gradual, inadvertidamente.

3. La toxicidad propia. Esta es la más grande y la que debemos de aprender a eliminar de nuestras vidas. Esta se da cuando saboteamos nuestros sueños, nuestras relaciones, nuestras amistades. Esta se da cuando tenemos actitudes tóxicas con los demás (porque todos las tenemos, aunque no nos guste aceptarlo), cuando permitimos que nos traten de una forma no aceptable, cuando no entendemos que en serio merecemos más, porque aunque somos humanos y tenemos miles de defectos, también tenemos muchas cualidades que nos hacen dignos.
Dignos de amor propio, dignos de amistades geniales y dignos de relaciones sanas.

Obviamente, siempre hay quienes llevan sus actitudes tóxicas a un siguiente nivel. Pero creo que debemos aprender a diferenciar alguien tóxico (tal como usamos el término en estos tiempos) a alguien peligroso.
Por ejemplo, tu novio el que te pega no es tóxico, tiene un cuadro de violencia intenso y puede llegar a matarte si se enoja mucho algún día.
Por ejemplo, tu novia la que te patea el carro porque no hacés lo que ella quiere y como ella quiere, tiene un cuadro de histeria muy serio y puede llegar a destruir tus cosas o incluso personas cercanas a ti.
No soy psicóloga, solo son cosas que sabemos que pasan y que hemos visto en la vida real y hasta en películas.

Ok, ya me salí un poco del tema, pero regresando...

Creo que todas esas actitudes que llamamos tóxicas podemos evitarlas en nuestra vida, puede que no sea fácil pero tampoco es imposible.

* Identificar cuando estamos siendo tóxicos y detenernos. Pensar en cómo nos gustaría que los demás se comporten con nosotros e intentar hacerlo.

* A veces sí nos toca poner una distancia prudente entre ciertas personas y nosotros. A veces porque esas personas tienen problemas más serios que un par de actitudes tóxicas y a veces, porque esas personas pueden sacar lo peor de nosotros y eso tampoco es justo.

* Al entablar una relación con alguien, ya sea de amistad o romántica, deberíamos poder sentir confianza con esa persona, la suficiente para poder decirle "esto no me gusta", "esta actitud me incomoda", etc.

* Creo que un ejercicio sano y que estoy poniendo en práctica a partir de hoy, es hacer una lista de las actitudes tóxicas que tenemos con los demás y con nosotros mismos para poder identificarlas más rápido.


Y para ustedes, my darlings, ¿qué es tóxico?


Hasta la próxima. 😉


Joyce, la amargada. 🤘😎

martes, 27 de agosto de 2019

Felicidad

La utopía de la felicidad.

¿Por qué a veces nos cuesta tanto creer que merecemos y podemos ser felices con lo que tenemos, con nuestras condiciones de vida actuales?
¿Desde cuándo permitimos que nos vendieran un concepto de felicidad imposible e inalcanzable?

No a todos nos pasa, definitivamente, pero creo que todos llegamos a un punto en el que buscamos la felicidad desesperadamente, como si se nos estuviera escapando de las manos y no podemos terminar de agarrarla a manos llenas.

Pero la felicidad se alcanza cuando logramos comprender que no es una meta, que no es alguien, no es algo, no es un lugar. Se alcanza cuando logramos comprender que la felicidad siempre ha estado ahí, en nosotros y únicamente nosotros tenemos la decisión de aceptarla.

Pero... ¿cómo podemos aceptar nuestra propia felicidad cuando hay situaciones de vida difíciles o realmente jodidas que no parecen terminar?

A mí me gusta pensar, cuando mi mente tiene claridad, que la felicidad es ese momento en el que tengo paz, en el que mi corazón está tranquilo, en el que puedo reconocer que la vida no es perfecta pero que no todas las situaciones son eternas tampoco. Es ese momento en el reconozco que, aunque me sienta hundida, lo mejor está por venir y que estoy en medio de un aprendizaje, un aprendizaje por el que luego me sentiré agradecida.

Me gusta pensar también que la felicidad es saber aceptar todas las situaciones que la vida nos entregue o, muchas veces, nos aviente. Es aprender a disfrutar todas las emociones que como humanos tenemos. Es soltar las ansiedades por lo que el futuro trae, por lo que nos preocupa de un mañana.

Y claro, yo ahorita lo escribo tan tranquila, como si fuera así de fácil. Pero estoy consciente que no lo es y que para cada uno de nosotros puede presentar un nivel de dificultad de diferente magnitud.

Si embargo, nuestra mente es poderosa, nuestra mente puede concentrarse en sentir, en que nos apropiemos de esa felicidad que merecemos y que únicamente nosotros podemos darnos.

Un día a la vez.

Termino con mi pensamiento random de esta madrugada con una canción:



Hasta la próxima, my darlings.


Joyce, la amargada. 😎🤘

jueves, 15 de agosto de 2019

Madrugada

Hace ya mucho tiempo que escribí sobre mi depresión y cómo he vivido con ella. Y aunque he pasado mucho tiempo negándolo, hoy tuve que aceptar que la depresión ahí sigue y lleva meses haciéndome la vida demasiado difícil.

Claro, yo esperaba seguir con una actitud positiva e ignorar todo, esperando irla superando pero acá estoy, más de las 4am, llorando sola y en la oscuridad, mientras intento escribir esta entrada.

Y es que no es nada fácil, esta desesperación cada día es más grande y siento que acaba conmigo, siento que mi corazón ya no tiene fuerza para aguantar a mi mente y el dolor que siento en el pecho cuando respiro es cada día más fuerte.

No hablo al respecto con nadie, no quiero desesperar a la poca gente que considero cercana. Intenté hacerlo hace no mucho tiempo, pero esa persona dejó de hablarme porque prefirió no creer que todo esto que siento es real.

Nunca me había sentido tan sola, tan vacía, tan perdida.

La mayoría de días, yo me repito a mí misma la cantaleta de los demás, ya saben, "no estés triste", "no tenés por qué estar deprimida, si no te falta nada", "hay personas con problemas más serios que tú y no se ponen así", "sonreí, ya vendrá otro día mejor", etc., pero hay días en que no puedo siquiera levantarme, no lo puedo evitar.

No espero que me digan nada, de hecho, por favor no lo hagan. Solo quienes han llegado a este punto, podrían entender y esas personas saben perfectamente, que no hay palabras que alcancen. Pero sí les voy a pedir algo pequeñito, cuando vean a alguien a quien le cueste sonreír, alguien con más ojeras que nunca, alguien que simplemente no se ve como sí mismo... denle un abrazo, puede que lo necesite más de lo que se imaginan.

Y, bueno, ya me desahogué por hoy, ya pararon las lágrimas y creo que puede ser buena hora para intentar dormir, aunque sea solo un rato.

Hasta la próxima, my darlings. 

domingo, 19 de mayo de 2019

¿Qué hacer con tantas expectativas?

Hace algún tiempo, alguien me preguntó porque únicamente escribía sobre malas y tristes experiencias. Ignoré su comentario y aunque me molestó, hoy puedo finalmente aceptar que ese era mi estado de ánimo antes.

Conforme vamos aprendiendo de las cosas que nos pasan y creciendo a partir de esos aprendizajes, nuestra forma de ver cada una de nuestras experiencias también cambia.

En este caso, les compartiré una experiencia que ya veo como un gran aprendizaje. No me siento orgullosa de mi comportamiento durante todos los eventos tampoco pero de que aprendí, aprendí.

Hace ya un buen tiempo conocí a nuestro protagonista (no tiene apodo y no lo necesita) y realmente no tenía ni albergaba en mí expectativa alguna respecto a él. No me mal interpreten, lo conocía, le hablaba muy poco, a veces platicábamos de música pero nada más.

Con el paso del tiempo, noté que sí teníamos bastante en común y que, tal como me habían dicho varias personas ya, sí era muy guapo. Pues yo ya lo había notado pero no quería aceptarlo, ni siquiera para mí misma para evitarme problemas, porque ya me conocía y  me emocionaba un poquito rápido.

Como la vida da mil vueltas, al fin coincidimos y decidí que quería que se me complicara la vida con él. Y pues, me la compliqué yo sola.

Y entonces, mientras salía con él, no solo nacieron las expectativas, sino que fueron más grandes de lo que jamás habían sido para mí.

Yo esperaba demasiado de él y no era culpa de nadie realmente. Él estaba siendo él nada más y yo, por triste que se lea, nunca había sido tratada así de bien. Era totalmente nuevo todo. Cuando salíamos, él me miraba como si fuera la única persona que existía, me tenía paciencia (y miren que eso en aquellas épocas era RE complicado y casi imposible), me atendía, me consentía... Era bonito.

Claro, todo eso me llevó a dejarme llevar y a emocionarme por mis propias expectativas (cagadales, yo sé), y eso me llevó a volverme el personaje de la historia que nadie quiere ser: la intensa. Y es que era intensa para casi que exigirle más cada día. Yo quería más seriedad, más claridad, yo quería un título que me asegurara que había una relación seria.

Pausa acá.
No creo que haya nada malo en buscar algo serio con alguien, ni en el título de relación seria. Pero es que esto se da cuando ambas personas quieren lo mismo.

Regresando al relato, yo notaba que él no quería lo mismo que yo pero estaba encerrada en mi necedad de que eventualmente lo iba a hacer y que entonces todo sería perfecto.

Evidentemente, ese no fue el caso. 😂

Bueno, yo les dije desde el inicio que había aprendido de esta experiencia y sí, aprendí mucho.
Tal vez al inicio lo veía como el "malo del cuento" y me moría de rabia porque "cómo se atrevía a no quererme" HAHAHA
Pero como también les dije, uno va evolucionando y cambiando la forma de ver ciertas situaciones. Y ahora, con claridad puedo ver que él quería una compañía, sí; puede que yo le gustaba tanto como él a mí, sí; pero que él quisiera el mismo tipo de relación que yo, definitivamente no. Y menos cuando me dio la intensidad y la locura.

Ahora ya puedo ver que el saber qué quiero no es malo, que el buscar claridad sobre eso tampoco es malo. Pero que sí tuve la culpa de casi todo lo que salió mal ahí.
Tuve la culpa al exigir, al ponerme intensa y al dar por sentado que él TENÍA que estar conmigo. Pero más que nada, tuve la culpa al crear expectativas que no se iban a cumplir y, peor aún, de dejarme llevar por ellas.

Mucho se habla ya de que nos herimos más nosotros mismos con nuestras expectativas que las demás personas con sus acciones. Y ese, exactamente, fue mi caso.

No tienen ni idea la pena que me da verle la cara cuando me lo encuentro ahora. 😂

Al final, aprendí también a saber dejarme llevar por la vida, los momentos y las pequeñas sorpresas que el destino pueda tener para nosotros.


Sé que estás leyendo esta entrada y quiero decirte que siempre voy a agradecer la increíble persona que fuiste conmigo y que sé que seguís siendo, un total caballero. No me encantaba, pero sé que la distancia que tomamos era lo mejor para los dos y me agrada mucho saber que ya podemos hablar como dos personas adultas y tranquilas. 


Ah... ¿y qué hacemos con tantas expectativas?
En cuanto aparezcan, las hacemos una bolita y las tiramos a la mierda.


Hasta la próxima, my darlings.
Joyce, la amargada. 😎✌

jueves, 14 de febrero de 2019

Un Extraño Más

Sé que la historia había quedado, de alguna forma, inconclusa.
Así que acá les comparto la tercera y última parte, una carta al querido Extraño y le doy fin a esta historia.

Miles de veces esperé a que notaras que todo eso que siempre buscabas y que tanto anhelabas lo tenías en mí.
Miles de veces soñé despierta con la posibilidad de que me quisieras como yo a vos.
Miles de noches lloré sin poder dormir y sin poder entender por qué, a pesar de ser perfectos el uno para el otro, nunca podíamos siquiera intentar darnos esa oportunidad.
Miles de veces me pregunté qué era lo que me faltaba, qué era lo que aún necesitaba ser o hacer para que vos decidieras al fin quererme.
Me preguntaba mientras veía películas infestadas de clichés que, seamos honestos, no se cumplen jamás.
Me preguntaba mientras escuchaba historias románticas llenas de maravillosas hazañas y asombrosos gestos...

¿Qué estaba haciendo mal?
¿Por qué necesitaba tanto que me quisieras?
¿Qué me faltaba?

No poder mantener mi mente tranquila, de hecho, ayudó a darme cuenta un día que sí me faltaba algo muy importante.
Me faltaba amor, pero no un amor cualquiera. Me faltaba un amor incondicional, un amor verdadero, un amor profundo. Ya sabés, ese tipo de amor que conoce y acepta defectos, que perdona errores, que ve siempre una oportunidad de crecimiento.

Me faltaba un amor que vos jamás ibas a poder darme. Me faltaba amor propio.

Y no te voy a mentir, no fue fácil saber amarme de esa forma, pero no fue imposible.

Poco a poco me di cuenta que sin vos vivo bien, que el que vos me querrás ya no es prioridad en mi vida, que mi única prioridad he sido yo y lo que es mejor para mí.
Lástima que vos nunca fuiste y nunca vas a ser lo mejor para mí.

Muchas veces me recuerdo de todo el proceso que me ha llevado a ser quién soy y a amarme como tal y del cual, querrás o no, sos una gran parte y no puedo evitar darme cuenta que ya no espero nada de vos, ya no espero que me querrás, ni siquera espero que me hablés. Ya no espero a alguien como vos tampoco.
Y es que, aunque suene a que estoy dolida ahorita, la verdad es que quiero en mi vida a alguien que sepa tenerse ese mismo amor que yo ahora me tengo.

No sé dónde estará esa persona, cómo se llamará, ni cómo se verá pero sí sé que será alguien que, gracias a su amor propio, sí sabrá decir y decidir con firmeza qué quiere realmente en su vida.

Por ahora, a vos te deseo siempre lo mejor porque sé que lo mereces. No te deseo únicamente que alguien más llegue a quererte como yo lo hice, te deseo principalmente, que lo hagas primero vos.

Y con esto, regresás a ser solo un extraño más.

---

Hasta la próxima, my darlings!

Joyce, la amargada. 🤘😎