sábado, 21 de enero de 2017

¿Por qué nunca lo hablaste?

Cuando crecemos, la sociedad nos vende una idea de lo que es una familia "normal". 
Muchos siempre la han tenido a pesar de las dificultades y otros, simplemente, no contamos con esa suerte. 

Por mucho tiempo he repetido que mi familia es disfuncional. 
No es disfuncional por el divorcio de mis papás. No es disfuncional porque soy hija única y parezco la loca a veces hablando sola. No es disfuncional porque crecí con mis abuelos. Esas situaciones son cada día más normales de lo que todos pensamos. 
Mi familia, para mí, es disfuncional por la violencia y abuso bajo el que yo crecí. 

Para todísimo el mundo es muy fácil ignorar estos temas, hacerse los locos, ni leer siquiera lo que crecer en un ambiente así realmente significa. 

Sí, yo crecí siendo violentada y abusada física, sexual y psicológicamente. 

No es fácil escribir esto de forma tan pública, dejando expuesta mi vulnerabilidad, mis heridas emocionales, mis traumas que me han marcado desde siempre. 

No hace mucho tiempo le hice un berrinche extremo a mis primos porque no me estaban poniendo atención, porque no me respondieron como yo esperaba. Yo misma no reconocía mi reacción, mi berrinche, mi irracionalidad. 
Pero desde entonces he estado pensando y analizando a qué se debe esa reacción, por qué no pude controlarme. Y, entonces, me di cuenta que mi problema es que nunca he expresado lo que para mí significó crecer con tanto abuso, a todo nivel, y que nadie me haya defendido. 

Comprendí , también un poco, que todos teníamos una historia distinta, que todos estábamos tratando de vivir con el abuso que recibíamos. Sin embargo, tengo que hacer un berrinche más. Yo siempre estuve completamente sola, sin hermanos, sin presencia o atención de mis papás, totalmente a la merced de mi abusador. 

Crecí con la idea de que no hay nadie más feo y más insignificante sobre este planeta que yo. 
Crecí con la idea de que tenía que ser objeto sexual para recibir o merecer cariño. 
Crecí con la idea de que a nadie le importaba ni un poco lo que me pasara. 

A mis 29 años, no sé aún si alguien intentó salvarme, ni siquiera sé si alguien se dio cuenta de todo lo que me pasaba. 
Y es que desde mi punto de vista, nadie se dio cuenta de que siempre he tenido ojeras (tengo ojeras desde los 6 años), porque no duermo por el miedo tan grande que sentía y aún siento. 
Nadie se dio cuenta que me encerraba en el baño a llorar y gritar sola.
Nadie se dio cuenta que intenté, muchísimas veces, quitarme la vida para terminar el dolor y el sufrimiento. 

"¿Por qué nunca hablaste de eso?" 
Es una de las preguntas que recibo cuando intento contar una pequeña parte de todo. Y, entonces, entiendo que le estoy contando a la persona equivocada. 
¿Cómo re chingados uno habla de eso cuando sentís que, si lo haces, te van a matar a golpes?
¿Cómo re putas empieza uno a explicar a tan corta edad que no sos feliz, que preferís estar muerta?

Sí, yo me he querido morir desde que tengo 6 años. Nunca concluyo porque soy una maldita cobarde o una gran valiente. Ya ni sé. 
Pero sí sé que he intentado sacar de mi mente y de mi corazón todo aquello que me ha hecho tanto daño, he intentado perdonar a quienes me abusaron y a quienes se hicieron los locos, e intento ser feliz, aunque siga escuchando esa voz que me dice que nunca lo seré y que no lo merezco. 

Decidí hoy escribir sobre esto, porque ya no podía tenerlo como una carga en mi alma, porque quiero dejar ya el dolor y el resentimiento atrás, porque quiero ser feliz, porque cubrir las heridas y marcas físicas con tatuajes ya no es suficiente. 

Pero más que nada, porque sé que no estoy sola, sé que alguien tal vez se pueda sentir identificado con esto, sé que puedo hacerle saber a alguien que esté pasando o tratando de sobrevivir a este tipo de caso, que no está solo, que pelear y luchar por ser feliz vale la pena, que la vida sí es bien puta pero nosotros podemos ser más fuertes. 

Concluyo pidiéndoles que cuiden a sus hijos, no los dejen a la merced de alguien que los pueda dañar de por vida, de alguien que les pueda romper el espíritu. 

lunes, 16 de enero de 2017

Carta a mi ex amiga

Querida ex amiga, 

Nunca imaginé estar escribiéndote de esta forma. 
Sí, te digo "querida" porque en algún lugar de mi corazón aún queda mucho cariño hacia ti. 
Comprendo que ese cariño puede o no sobrevivir a los años y a las circunstancias, comprendo también que es muy probable que nunca pueda decírtelo o demostrártelo. Pero más que nada, comprendo que ya tengo que dejarte ir y superar el fin de nuestra amistad. 

Como asumo que nunca volveremos a hablar, principalmente porque la confianza que tenía en ti ya no existe, es casi imposible para mí adivinar si en ti existe algún cariño para mí todavía, o peor aún, si alguna vez existió. 

Desde esa última noche que hablamos, recuerdo muy bien que fue un viernes, le he dado mil vueltas a todo lo que pasó. Y aunque me repito siempre que simplemente nos alejamos por querer distintas cosas de la vida, porque de repente dejamos de tener la misma visión de las situaciones que nos rodeaban, porque ya no éramos compatibles... También hay una parte de mí que me repite que nuestra amistad tal vez nunca debió existir, que tal vez tú nunca me quisiste como decías, que tal vez buscabas hacerme daño. 

Y es que, por si no sabías aún, muchos se han acercado durante todo este tiempo a recordarme que tú no eras una verdadera amiga, que hiciste muchas cosas a mi espalda para dañarme y que siempre hablaste muy mal de mí ante todos los demás. 

Sin embargo, hoy quiero darte las gracias porque aunque haya sido totalmente falso de tu lado, yo sentí que era parte de algo, yo me sentí querida y comprendida, yo tuve con quién hacer locuras y tuve a alguien que siempre me apoyó. 

Desde ese viernes, yo me alejé de todo lo que podía recordarme a ti. Buscaba una paz mental que, aún alejándome tanto, me costó mucho obtener. 

Hoy ya puedo hablar de ti sin que se me rompa el corazón otra vez, ya puedo recordar los buenos tiempos, lamentar los malos y estar completamente segura que nuestra amistad simplemente llegó a su fecha de caducidad. 

Espero, con todo mi corazón, que seas feliz, que todo aquello que te atormentaba en el pasado ya no sea parte de tu vida, que todos los sueños que tenías los estés alcanzando y que esa chispa que te hacía sonreír siempre nunca se te pierda. 

Por último, quiero agradecerte, también, porque gracias a esta experiencia contigo, me doy cuenta que la confianza es un regalo increíble que uno puede llegar a dar pero que lamentablemente no cualquiera se merece.