lunes, 21 de diciembre de 2015

Síndrome de Enamoramiento Prematuro (SEP)

Hola, soy Joyce y sufro de Síndrome de Enamoramiento Prematuro (SEP).

Puedo afirmar que siempre he sido así y que nunca he estado enamorada realmente.
(Lo siento, ex novios)

Empecé a pensar en esto hace unos meses gracias a que alguien salió de mi vida sin que yo lo esperara... Verán, yo pensaba que tal vez con este individuo podría tener algún tipo de relación seria y no fue así.
Al principio yo estaba segura que estaba enamorada de él y por eso no entendía por qué él no sentía o pensaba lo mismo. Pero resulta que el "enamoramiento" me duró un par de semanas más únicamente...

Obviamente NO estaba enamorada y pensando en mis experiencias pasadas, parecidas a esta que les cuento, llegué a la conclusión que sufro del SEP.


¿Qué sucede cuando se padece del SEP?


El primer síntoma de este síndrome se llama "negación".
Se presenta en cuanto sabemos en nuestro corazón y en nuestra razón que la persona que nos gusta o nos interesa no es adecuada para nosotros. Pero ahí vamos puros idiotas queriendo buscar algo donde sabemos que no existe.
*Muchas veces sí hay un gusto mutuo pero hablar de "enamorarse" ya es palabra mayor.


Luego viene la "justificación".
Empezamos a justificar esas faltas de compatibilidad o los errores que la otra persona comete (incluso los propios) porque estamos impresionados, encantados, "enamorados" de ella.

Seguimos con el "golpe contra el muro".
Ese momento donde vemos que realmente no hay nada, puede que haya gusto mutuo como dije antes, pero no pasa de ahí. No hay intención de buscar una relación seria. No hay rastros de enamoramiento alguno. Despertamos de este falso enamoramiento que tenemos y pensamos que estamos destruidos, devastados y que nunca vamos a volver a querer.

Finalmente, llega la "aceptación".
Nos damos cuenta que i queríamos a la persona de la forma que imaginábamos, en primer lugar. Hasta risa nos da lo intensos que pudimos estar por algo que ni sentíamos.

¿Por qué se presenta el SEP?

No quiero culpar a nadie, en serio, pero algunos vivimos con presiones de "¿Y cuándo te vas a casar?" "¿Por qué seguís soltera?".
Otros crecimos siendo románticos empedernidos y esperamos un final feliz, típico de cuento de hadas o de novela de Jane Austen en cada historia que vivimos.
Pero estoy convencida que, realmente, somos medio brutos que no sabemos poner cada cosa en su lugar.
Sí, admito con todo el corazón que he sido RE bruta. Y muchas veces.

¿Cómo evitar el SEP?

Como decía anteriormente, creo que lo más importante es saber poner cada cosa en su lugar, entender que cuando nos gusta platicar con alguien, no estamos enamorados. Muchas veces sentirnos comprendidos, escuchados y apoyados por alguien nos chinga el cerebro y ya pensamos que estamos enamorados o que podríamos llegar a estarlo.

Como también dije, puede que sí exista un gusto mutuo, pero no nos adelantemos a los hechos, no pensemos en los nombres de los cinco hijos que queremos si no ha terminado ni la tercera cita todavía.

Otras veces, un buen polvo se confunde con enamoramiento. Este es el peor de todos, en mi opinión. Sucede que algunos buscan un buen "fuckbuddy" que le mantenga alegre la vida pero la otra persona piensa que son novios y que están enamorados. Complicado.

Es por esto que también considero fundamental el hablar claro, directo y con total honestidad desde un principio, dejar las cartas sobre la mesa, definir las posiciones que cada uno está dispuesto a asumir.

Por último, si usted conoce a alguien que pueda padecer de SEP, no sea hijo de puta de estarle endulzando el oído por gusto. Sí, puede ser que el enamoramiento no sea real y se le pase. Pero sigue siendo injusto.









martes, 8 de diciembre de 2015

Heridas al Autoestima

Es la primera vez que hablo extensamente sobre esto y que lo hago públicamente, pero aquí vamos...

Era el 2001.
Una Joyce de 13 años buscaba ser aceptada en el nuevo colegio donde estudiaba... No era fácil ser la nueva, iniciando secundaria, a media pubertad... todo junto era una pesadilla épica.

Me gusta pensar que siempre fui una persona segura de mí misma pero resulta que eso no era así.

Tomó solo un pequeño comentario junto con la mirada más odiosa y la risa más burlona para desequilibrarme el mundo... "Sos muy gorda para encajar con nosotros" dijo ella, nunca he olvidado las palabras. (Vale mencionar que en esos tiempos yo pesaba apenas 110 libras)

Ese comentario me quitaba el sueño, no me dejaba poner atención porque todo lo que hacía era ver qué hacían ellas, las niñas "perfectas" de la clase, sentía la presión por ser como ellas para poder ser alguien. Yo sé, es una ridiculez y lo sé ahora, pero a mis 13 años, eso era demasiado importante para mí.

Noté, entonces, que las niñas perfectas no comían en todo el día o tenían solo alimentos light... Nunca iba a lograr que mi mamá comprara comida light para su única hija en plena etapa de desarrollo y crecimiento (y más que nada, porque no la necesitaba), así que opté por lo que, según yo, era lo más fácil. Dejé de comer.

Al principio era muy difícil, no podía aguantar el hambre y terminaba comiendo eventualmente. Me frustraba, me enojaba y lloraba histéricamente por ver que mi plan no estaba funcionando.

Pero el cuerpo humano es muy curioso y se va acostumbrando aun cuando lo maltratamos, así que poco a poco empecé a comer menos y menos.
No tienen idea de cuánta comida escondí de mi familia, cuánta comida regalé y, lo peor, cuánta comida tiré.

Para la mitad de ese año, mis uniformes ya no me quedaban y mis suéteres se veían flojísimos, siempre di como excusa que me gustaba usar así la ropa, pero amaba lo rápido que estaba bajando de peso.

Una noche, desperté con un dolor inusual en el pecho y estaba segura que me estaba muriendo.
El doctor me diagnosticó una esofagitis, me recomendó que me fijara horarios estrictos de comida para no perderme ninguna y no empeorar mi condición. Me recetó unas pastillas que debía tomar 15 minutos antes de cada comida. Y fue ahí donde llegué a mi punto más bajo... Descubrí que las pastillas me quitaban el hambre (no, no les voy a decir cuáles son) y llegué a tomarme hasta 6 - 7 al día.

Dejar de comer era más fácil porque las pastillas ayudaban a que no sufriera hambre y entonces empecé a bajar aun más peso.
Pero al mismo tiempo, sentía cómo mis piernas ya no me podían soportar como antes, realizar cualquier actividad física exigía demasiado de mí y no aguantaba.
Noté que ni mi pelo, ni mis ojos brillaban ya.
Sabía que lo que estaba haciendo no era correcto, sabía que me podía morir... pero no podía parar.

Para finales de ese año, estaba tan débil que solo podía dormir, el colegio ya había terminado y yo nunca había sido lo suficientemente buena para las niñas "perfectas". Sabía que me estaba matando lentamente por nada y que no valía la pena.

Y entonces, llegó el día... me desmayé enfrente de toda mi familia porque mi cuerpo ya no se podía sostener de lo débil que estaba. Pensé que al fin me había muerto.

Pero cuando desperté, reaccioné.
Sabía que no iba a ser fácil, pero que tenía que comer, recuperarme y, principalmente, cuidar esa esofagitis.

15 años después, yo sigo viviendo con la esofagitis y las pequeñas consecuencias de ese error tan grande, de esa decisión tan estúpida y de esa falta de carácter y personalidad.

Sí, me arrepiento pero mejor me enfoco en lo que aprendí de todo el asunto: NADIE en esta puta vida me va a decir si soy suficiente o no. Porque sé que lo soy.

No soy perfecta pero soy feliz como soy (o al menos intento serlo) y aunque tengo mis episodios donde lo negativo de mí gana, lucho cada día por superarlo, aceptarme tal cual soy y buscar lo mejor para mí.

Termino con algunas imágenes, muy fuertes, para que pensemos todos en las consecuencias de no amarnos cómo somos. Nadie debería verse así, jamás.