viernes, 28 de julio de 2017

El Extraño

Ese día estaba muy feliz con la vida, como cosa rara, y lo único que quería era terminar mi jornada de trabajo para poder compartir con mis amigos una sana y merecida fiesta.

Fuimos entonces a una de las discotecas que más frecuentábamos con la idea de bailar y celebrar toda la noche y toda la madrugada. Entre el calor del lugar, de la gente y del baile, nos fuimos turnando para comprar bebidas para todos. Era mi turno ir a la barra y pedir, lo que en ese momento parecía ser un glorioso cubetazo de cerveza. No esperaba nada más de la noche, pero entonces lo vi. Él estaba del otro lado de la barra, viéndome desde hace quién sabe cuánto tiempo. Inmediatamente sonreímos los dos cuando nuestras miradas se cruzaron y estuvimos así lo que parecieron horas, aunque estoy convencida que realmente fueron solo unos segundos.

Se perdió entre toda la gente y pensé que no volvería a verlo ni ese día, ni ningún otro.

Pero a mi siguiente turno de ir a la barra, me sorprendió al estar justo al lado mío, y así entonces, empezamos a platicar de todo y nada a la vez... Y se me olvidó el resto del mundo, estaba totalmente absorta en la conversación con un extraño en la barra de una discoteca. Ni siquiera sabía su nombre, ni podía comprobar que lo que me contaba sobre él y su vida era real. Pero ahí me tenía, sonriéndole como pendeja.

La noche eventualmente terminó y mis amigos me dejaron segura en la puerta de mi casa. Les digo la verdad, no recuerdo cómo me despedí del extraño, ni siquiera recuerdo si lo hice.

Pero a la mañana siguiente, de repente, llegó un mensaje a mi celular. Era él. Era él invitándome a salir.

Y tuve todo tipo de emociones, estaba emocionada porque sabía que me gustaba el extraño y que había sentido algún tipo de magia mientras hablaba con él (pudo haber sido el alcohol, la verdad) y al mismo tiempo sentía un poco de miedo, al final de cuentas, no sabía mucho de él.

Me hice la loca por mucho tiempo y no salí con él ninguna de las veces que me escribió o llamó para invitarme. No tenía tiempo, estaba enferma, no tenía dinero, etc.

Hasta que un día no me le pude resistir. No era una cita realmente, era un "estoy en donde nos conocimos, ¿por qué no venís?"... y decidí ir.

Antes de llegar me iba mentalizando que el extraño en cuestión tal vez no era tan guapo como recordaba, tal vez yo no era tan bonita como él recordaba, tal vez estando sobrios no haríamos ningún tipo de "clic".

Pero llegué y ahí estaba él, viéndome de la misma forma en que me vio el día que nos conocimos.

Y se chingó todo, nacieron las mariposas en el estómago y a cada segundo se hacían más grandes. No me reconocía, ¿cómo era posible que me sintiera así con alguien que estaba viendo por segunda vez en la vida? No tenía lógica...

Todo lo que pasó entre ese día y este, ya se los iré contando.

Esta historia, lamentablemente, no tiene un final feliz... Porque acá estoy yo escribiendo sobre él, mientras él está muy tranquilo viviendo su vida, feliz, sin mí. 

lunes, 3 de julio de 2017

Obsesión

Antes de empezar, debo aclarar que esto NO me pasó a mí, aunque la historia sí es real. Sin embargo, mantendré las identidades de nuestros personajes principales anónimas. *Me disculpan por los nombres tan peculiares* 

Érase una vez (no hace mucho tiempo), un niño decente, de buena familia que siempre fue tratado por sus padres como un príncipe.

El pequeño niño, a quien llamaremos Miko, siempre creció sabiendo que algún día llegaría a hacer cosas geniales en su vida, por lo que siempre se rigió bajo las enseñanzas de sus padres, bajos los valores que ellos le inculcaron y luchó siempre por su educación. (Yo sé, todos piensan que él es el héroe del cuento)

Cuando Miko ya era un adolescente conoció a una chica muy especial, a quien llamaremos Pebbles (sí, por dulce, hermosa e inocente), e inmediatamente entablaron una amistad muy fuerte y muy especial, teniendo en común a un gran grupo de amigos, conocidos, amigos de los amigos, familiares de los amigos, etc. Ustedes me entienden la idea.

Miko estaba muy confundido, sabía que ella era únicamente su amiga pero, al mismo tiempo, sabía que tenía sentimientos más fuertes hacia ella. Quería protegerla, quería cuidarla, quería que ella tuviera siempre lo mejor del mundo y para Miko se volvió una misión buscar cómo estar con ella y entablar otro tipo de relación.

El tiempo pasaba y Pebbles estaba segura de que había encontrado a su mejor amigo, a su confidente, a su consuelo... Mientras Miko seguía pensando cómo llevar a cabo su misión de ser algo más que su amigo.

Miko fue muy cuidadoso con sus siguientes pasos y entre una estrategia muy bien planeada y mucha paciencia, fue logrando alcanzar su misión: ya estaba saliendo formalmente con Pebbles y era cuestión de un par de salidas más para que ella fuera su novia.

Pebbles siempre había sido muy reservada en cuanto a su vida sentimental, sabía muy bien que algunos errores en esta área de su vida podrían salir muy caros, por lo que era muy cuidadosa a la hora de elegir con quién salir. Pero con Miko era diferente, gracias a la amistad que habían tenido por tanto tiempo, ella se sentía segura con él y le tenía muchísima confianza.

Y sí, al poco tiempo, Miko y Pebbles ya eran novios. Pero esta historia no cuenta con un final feliz, al menos, no para los dos.

Pebbles empezó a darse cuenta que habían actitudes y acciones de Miko que no la convencían del todo, que había algo que la incomodaba, no sabía deducir exactamente qué era pero sí sabía que algo no se sentía bien. Algo simplemente no cuadraba. Y eso es algo que a todos nos ha pasado alguna vez, ¿o no?

Miko, por su parte, sabía que era su única oportunidad con Pebbles y que tenía que hacer que las cosas funcionaran, por lo que se desesperaba cuando los planes ya no salían como él esperaba.

Esa misma desesperación de Miko llevó a Pebbles a darse cuenta que él no era lo que ella siempre pensó, a terminar la relación y a alejarse de él.

Miko estaba aún más desesperado, no sabía qué hacer sin ella, no sabía cómo conseguir que ella regresara a él... lo que realmente quería era poder regresar en el tiempo y poder empezar todo de cero, para así poder hacer todo bien.

Entonces Miko, llevado por su desesperación, le relataba sobre su tristeza a sus amigos cercanos, descubriendo que el hecho de haber sido considerado siempre como un joven honesto, decente, etc., le permitía hacerse la víctima más de lo que realmente debía.

Pebbles estaba muy aturdida con todo, no solo acababa de terminar una relación de la que esperaba muchísimo más, había perdido a su mejor amigo y, encima de todo, sus demás amigos parecían favorecer a Miko, haciéndola sentir mal, como si fuera culpable de lo sucedido.

El tiempo seguía pasando y Pebbles siempre se encontraba metida en problemas, chismes, etc., y todos la llevaban a Miko, él parecía ser el responsable de todo siempre. Le parecía imposible pensar que él fuera capaz de hacerle ese tipo de cosas, al final de todo, hablamos de un joven decente y honesto.

Pero llegó el día en que llevado siempre por la desesperación, Miko ya no pudo más, ya había pasado año y medio desde que su relación con Pebbles había terminado y las cosas seguían igual. Esa frustración, ese sentimiento de fracaso y de impotencia al ver que ella cada día se alejaba más de él, lo llevó a actuar de forma inesperada.

El control sobre su plan perfecto, sobre su aparente calma y sobre cada paso que daba se perdió. Sus historias ya no tenían sentido, ya no tenían coherencia y muchas personas al rededor de ambos empezaron a dudar de él, de sus motivos verdaderos y hasta de su estabilidad emocional.

Increíblemente, el tiempo siguió pasando y a los más de dos años de que la relación hubiera terminado, Pebbles seguía recibiendo acusaciones por cosas que nunca hizo, nunca dijo y nunca vio.

Podemos imaginar la frustración de Pebbles al ver que esa persona que consideró su mejor amigo por tanto tiempo no solo se dedicaba a esparcir rumores de ella, estaba arruinándole poco a poco la vida. Y ahí fue cuando ella recordó por qué, precisamente, era TAN cuidadosa con su vida sentimental.

A esas alturas, las personas más cercanas a ella sabían que no era justa la forma en que perdió amistades, proyectos y la confianza de muchos pero esperaban que el día en que se pudiera desenmascarar a Miko llegara muy pronto.

Para fortuna de Pebbles, cada día eran más los que podían ver que la cara de niño decente, de príncipe en potencia de Miko no era más que una mentira, una fachada que él usaba para encubrir su obsesión por ella.

Y es que no hay otra forma de llamarle a todo eso que Miko sentía o siente aún, nadie desperdicia más de dos años buscando causarle daño a alguien solo para lograr algún tipo de acercamiento si no siente algún tipo de obsesión. ¿O sí?



Lo que sí es triste, es que esta historia aún no ha terminado. Nadie sabe si la obsesión en el corazón de Miko finalmente se acabó o si algún día regresará con más fuerza.


Fue complicado escribir este "cuento", ya que nuestra protagonista principal es alguien que conozco y a quien quiero mucho. 

Pero, en serio, ¿es necesario llegar a este punto? ¿es necesario que alguien llegue a tenerles miedo o a odiarlos? 

Por otro lado, si usted conoce a alguien que sufre de este tipo de obsesión, aconséjele, ayúdelo. 

Y recordemos que esto pasa a todas edades, en todo tipo de situaciones y que lo sufren tanto hombres como mujeres.