domingo, 26 de julio de 2020

Día 135

En cuanto empezó la cuarentena y nos vimos acechados por la pandemia, ninguno de nosotros estaba preparado para estar en esta situación por tanto tiempo. 


Al principio el miedo era lo que nos dominaba y la ansiedad iba echando raíz cada día. Poco a poco nos fuimos acoplando y acostumbrando a nuestro nuevo estilo de vida.


Pero todos los días terminan con la esperanza de poder tener la libertad que tanto extrañamos, la esperanza de volver a abrazar a nuestra familia y a nuestros amigos, la esperanza de volver a ir nuestros lugares favoritos, la esperanza de regresar a la normalidad que siempre conocimos. 


No han sido días fáciles y todos vemos este virus acercarse cada día más a nosotros y ese miedo nos gana la batalla la mayor parte del tiempo. 


*En ningún momento esta entrada pretende hacer de menos las dificultades ni las dolencias de nadie más. Quienes me conocen, saben muy bien que siempre pueden contar conmigo, que mi corazón siempre está para ustedes, mis ojitos para leerlos y mis oídos para escucharlos.


Sin embargo, siempre hay una luz al final del túnel y he decidido hoy pensar en esa luz, en esas cosas buenas que toda esta situación me han traído. 


Me siento feliz de saber que hay muchas cosas que he logrado en estos 135 días que llevo de cuarentena. 


Una de las cosas que más me atormentaba y que no platicaba con nadie por pura vergüenza, era mi deuda con la Tarjeta de Crédito. Pues, la cuarentena me permitió ahorrar y pagar mi deuda completamente. 


Adicionalmente he podido ir comprando diferentes cositas que me hacen la vida más fácil y algunas otras por la gana de darme un gustito. 


En algún momento conté en Twitter cómo tenía más de un año de comprarme un desayuno en un restaurante y ahora no solo he podido hacerlo, he podido invitar a toda mi familia. 


De mis cosas favoritas está el hecho que he podido cocinar casi todos los días y he podido compartir en mis redes sociales muchas de las recetas que he probado.


Si bien es cierto que no todos los días son fáciles cuando estamos tanto tiempo con las mismas personas, también me siento muy agradecida por el tiempo que he compartido con mi familia, porque a pesar de las diferencias que puedan haber, el cariño siempre es más grande y, en general, respiramos paz. 


Lo que más agradezco de este tiempo es que he podido sanar, no siento que mi corazón esté dañado como lo estaba en la última entrada que publiqué.


He ido aprendiendo cada día a aceptarme y amarme por lo que soy, por lo que no soy y por todo lo que sé que puedo ser. 


He decidido ser mi prioridad siempre y luchar por mi tan anhelada paz y felicidad en cada decisión que tome. 


He logrado perdonarme por todos los errores que cometido y ver que de TODO se aprende, anoto mis lecciones e intento superarlo todo para poder seguir adelante. 


Obviamente ha sido lo más difícil pero también lo que más me ha hecho crecer. 


Esto lo escribo con una taza de café con chocolate y mucha paz en mi corazón. Pero sobre todo, con mucha fe en que lo mejor siempre está por venir. 


Hasta la próxima, my darlings. 


Joyce, la amargada. 😎🤘🏻