martes, 2 de febrero de 2016

Cerrando Círculos

¿No les pasa que cuando están enfermos o de bajón o simplemente mal por algo (a veces por nada), piensan en alguien en específico?

Me sucede que cada vez que me da mucha fiebre o me da un episodio de los feos de depresión, claro que pienso en toda mi familia, en mi mamá más que nada, en todo lo que ella espera de mí, en todo lo que ha luchado por mí, pienso en mi papá y todo lo que me gustaría que él pensara de mí si estuviera vivo... Siempre pienso en alguien más.
Pienso en cómo me gustaría hablarle de lo que siento, de la desesperación que me invade, aunque a él ni le importe. A veces, hasta sueño con él, con una necesidad estúpida por llamarlo o buscarlo de alguna forma.

Sí, yo sé. Qué patética.

Pero si por algún motivo, lees esto, dejame decirte un par de cosas que nunca pude:

A veces, cuando me acuerdo de ti, me dan ganas de pegarte con todas mis fuerzas, idiota. Otras veces, estoy segura que la idiota siempre fui yo. Pero sea como sea, nunca quise que todo terminara así.
Lo que sí te puedo decir es que te he extrañado desde ese día que todo cambió, ese en el que ya no sentía confianza en ti y supe que jamás íbamos a hablar igual.
Sí, te extraño.
Extraño a mi amigo, el que me acompañaba, el que no tenía miedo de decirme las cosas como eran, el que siempre me tendió una mano cuando lo necesité, el que me contaba sus penas y alegrías, con el que podía llorar por cualquier cosa, con el que podía hablar del trabajo, de deportes o hasta de la mosca pegada en la pared.

No voy a darles más vueltas al asunto, ¿para qué?
Espero, de todo corazón, que seas feliz y que todo lo que siempre quisiste esté llegando a tu vida.

Solo eso, adiós. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario