Antes de contarles cómo valí vrga por casi un año, quiero empezar por decirles cuánto me ha costado escribir esta entrada, cuánto sabía que necesitaba hacerlo (ya saben que escribir acá me sirve muchísimo de terapia) y cuántas vueltas le di a cómo relatar todo. PERO, pues lo mejor y lo más sencillo es contar todo tal y como fue.
Como siempre, por seguridad personal y por motivos legales, me voy a omitir muchos nombres y algunos detalles que puedan delatar la identidad de ciertas personas que serán parte del relato.
Desde julio o agosto del 2022, noté que ya no cabía muy bien en el pequeño apartamento que rentaba al momento y quise buscar uno más amplio y que me permitiera tener una mascota, el gatito que tanto quería.
Lo platiqué con mi mamá porque quería que esta vez, ella estuviera conmigo desde el principio y desde el proceso de búsqueda. Ella tuvo la idea de que buscara mejor apartamentos en venta y así tener algo propio... no sabíamos lo complicado que iba a ser y lo difícil que era encontrar algo acorde a una sola personita con deseos de adoptar un gato.
En el momento, yo trabajaba desde casa entonces el espacio para una oficina era importante pero mi prioridad era que la cocina fuera amplia, que fuera un lugar donde yo pudiera cocinar y jugar a ser Martha Stewart.
Estuvimos viendo opciones por aproximadamente un mes, hasta que vi el apartamento que me enamoró: un edificio antiguo construido en los años 1970s. El apartamento era amplio pero justo para cubrir mis necesidades, no era muy grande, no era muy pequeño. El apartamento estaba en la zona que yo quería, no estaba muy lejos, no estaba muy al centro de la zona. El apartamento incluía línea blanca pero nada más y yo podría personalizarlo. El precio nos pareció justo, no estaba muy caro, tampoco lo estaban regalando como para pensar mal. Me sentía la Ricitos de Oro de los apartamentos... había llegado al que era "just right".
Empezaron los trámites alrededor de septiembre del 2022 para ver la compra, enviar documentos al banco, sacar copias legales de todo, perseguir al dueño para que también mandara sus documentos y lo que el banco nos iba solicitando.
Dentro de todo el trámite era necesario hacer una valuación del inmueble... tras esto, el banco no aceptó la propiedad como garantía y a pesar de que ya tenía el préstamo aceptado, toda la operación de compra se canceló inmediatamente. Vale mencionar que ya era noviembre y yo ya tenía que devolver el apartamento donde estaba actualmente.
Hablamos con el dueño y él amablemente aceptó que me mudara y le pagara renta en lo que otro banco tomaba el caso y aprobaba el crédito.
Llegó el día de la mudanza y mis amigas llegaron a salvarme la vida con su ayuda. Pero la emoción de ese día me duró poco porque yo tenía que ir a un evento del trabajo por la noche y a pesar de que expliqué que me estaba mudando ese día, no hubo opción.
¿Por qué es importante esta mención? Porque el cansancio que me quedó después del día de mudanza y la noche de trabajo fue algo de lo que nunca me recuperé. Muchas cosas que no pude desempacar, se quedaron así por meses, pero ya les iré contando más detalles.
Con la idea de que el crédito saldría y entonces el apartamento ya sería mío, pregunté sobre el tema de mascotas... resulta que había una comitiva en el edificio que solicitaba formularios, fotos de distintos ángulos y cuánta mamada se puedan imaginar para "aprobar" a la mascota. Me pareció de lo más ridículo del mundo pero quise mantener la fe y pensar que todo saldría bien.
Una amiga encontró un pequeño gato negro, tal como el que yo siempre quise, en adopción. Con la pena del tema del crédito, le pedí que lo cuidara ella mientras tanto, si no era mucha molestia. Y fue muy amable en recibirlo en su casa donde fue recibido por más gatitos hermosos. Le dejé su nombre elegido: Ozzy.
Llevando apenas unos pocos días en el apartamento, decidí usar la tina del baño principal (era una de las razones por las que me había encantado el apartamento, la verdad) y fue una tragedia. Luego de tomar un baño "relajante", el baño se inundó, el apartamento se inundó. Era evidente que la plomería no estaba bien. Contacté de inmediato al dueño, lo llamaremos Don Berga, y me dijo que enviaría a su plomero a revisar.
El plomero llegó un mes después y confirmó que la plomería necesitaba ser revisada. Don Berga vio que estaba atormentada y prometió cubrir esos gastos porque yo todavía estaba alquilando.
Con la pena de qué más podía estar mal, llevamos también un electricista que revisó todo el apartamento y nos confirmó que la caja de fusibles estaba mal conectada y que se podían esperar varios cortos circuitos hasta que algo agarrara fuego. Su recomendación era cambiar toda la caja y revisar el cableado... salía carísimo pero nuestra primera opción fue hablarlo con Don Berga.
Don Berga nunca se encargó de ninguna de estas cosas.
Mientras todo esto pasaba, regresamos al trabajo presencial, en donde un día tropecé con el piso disparejo y me caí, golpeándome la pierna de una manera inexplicable. Pasé un par de semanas sin poder caminar bien y más de un mes con la pierna morada desde la planta del pie hasta arriba de la rodilla. Algunos días me costaba dormir por el dolor pero yo sonreía y pretendía que me causaba gracia cuando las personas del trabajo se burlaban de mi caída. Nunca preguntaron si estaba bien o cómo seguía, pero las burlas a costa de mi persona, nunca faltaron.
Por ser fin de año, todo empezaba a tornarse un poco intenso... la cantidad y presión de trabajo, el frío en el apartamento nuevo, mi insistencia a Don Berga por arreglar lo que era necesario dentro de dicho apartamento, mi desesperación con los bancos y el proceso para el crédito hipotecario, la presión social e interna por no pasar las fiestas soltera (otra vez)...
Y ya que tocamos ese tema, empecé a salir otra vez con alguien que ya me había hecho daño pero por pendeja, ilusa o lo que quieran, quise creerle una vez más, pensando que sería diferente. Spoiler alert: fue peor.
Este individuo, lo llamaremos Don Cacas, sí se comportó de manera distinta y me pedía que confiara en él y también me pedía exclusividad. En mis tiempos, cuando alguien pide exclusividad, era para tomar en serio la situación, la relación, la cómo-quieran-llamarle... yo le llamo "cuando el sentido común me abandonó".
Se acercaba navidad y yo quería tener fe en que las cosas iban a mejorar pero se me complicaba tanto... mi pierna seguía morada y adolorida, la presión del trabajo crecía cada día, me sentía muy mala amiga porque no tenía energía para todo lo que hubiera querido, el banco me daba largas y no me daba una respuesta concreta sobre la solicitud de crédito, el apartamento empezaba a verse cada día más feo en mis ojos, Don Berga no se hacía cargo de ningún problema del apartamento, el gatito que me había encantado seguía lejos de mí y aunque sabía que estaba muy bien, quería poder abrazarlo, consentirlo, dormir con él, etc... lo mismo puedo decir de Don Cacas, quien me pedía exclusividad y era muy vocal sobre sus sentimientos hacia mi persona PERO seguía con las mismas mañas de dejar de hablar, desaparecer y poner siempre las mismas excusas poco creíbles y yo solo quería poder abrazarlo, consentirlo, dormir con él y todo eso. 😂
En fin, dejemos ese tema en que las cosas no fueron como yo esperaba o como hubiera querido. Poquito después de Navidad pasó algo que me lastimó tan profundamente que me perdí a mí misma en ese dolor, me costó mi salud mental, perdí el optimismo, perdí la fe en que todo estaría bien y perdí el ánimo. Tal vez algún día les cuento con más detalles.
Esperaba que regresar a trabajar después de las vacaciones de fin de año me devolviera un poco de ánimo, de fe y me permitiera sentirme un poco más como yo misma de nuevo. Pero no pasó.
El tiempo seguía pasando y yo seguía sintiendo que la vida pesaba más de lo que debía, sentía presión y estrés mientras era testigo de situaciones totalmente injustas, que aunque las hablara, no cambiaban. Sentía decepción de ser yo, sentía vergüenza de ser yo y de permitir ciertas cosas, sentía que la gente estaría mejor lejos de mí... entonces me alejé de toda la gente que yo quería. Siempre pensé que era lo mejor para todos.
Mientras me ahogaba en el dolor que nunca se iba y en la soledad que yo misma me impuse, seguía esperando noticias de los bancos y de Don Berga para que el apartamento empezara a sentirse como un verdadero hogar, cada día me sentía más incómoda en él y me sentía como una intrusa.
Ya que los problemas de electricidad no se arreglaron, el cargador de mi computadora se quemó gracias a un enchufe que claramente no funcionaba bien. El calentador dejó de calentar y yo paraba duchándome en agua super helada. Y en cuanto al agua, a veces era abundante, a veces era escasa. No volví a usar la tina pero notaba que en algunas áreas el agua empezaba a oler mal, olor que fue empeorando con el tiempo... hasta que el agua empezó a salir de un color rojo-café de la ducha.
Entonces empecé a bañarme en casa de mi mamá pero me daba mucho asco cocinar, lavar platos, lavar mi ropa, lavarme las manos con esa agua asquerosa.
Por supuesto que esto se lo mencioné a Don Berga pero, una vez más, no hizo nada.
Por otro lado, sentía mucho estrés en el trabajo y todos los días me despertaba con la expectativa de cuál sería el problema del día, por qué me regañarían y de qué forma me harían sentir mal. Y sin falta, todos los días pasaba algo.
Claramente, tanto estrés y tanta emoción estaban cobrando un alto precio a mi salud... me vi lidiando con una gastritis nerviosa severa, colon irritable y muchísima debilidad.
Muchas personas me hicieron sentir muy mal con mensajes muy poco amables en los que me decían que era mala persona por sentirme mal y no lograr salir de eso. Muchas otras dejaban indirectas en sus redes sociales en las que dejaban claro que ya no me querían porque "qué hueva la gente con problemas" o que mi "sufrimiento" no era real.
Pero también pude ver quiénes eran amigos de verdad, que no me soltaron y me abrazaron cuando más lo necesitaba, esto me daba una lucecita en la oscuridad y también me animaba a seguir a pesar de todo.
El banco empezó a insistir más en documentos extras para el crédito hipotecario, me llamaron para pedirme que un hombre fuera mi co-deudor, ya saben, por "cualquier cosa" y cada paso del proceso era molesto y sin una claridad de qué estaba pasando. Finalmente, no aprobaron la viviendo una vez más y lo tomé como una gran señal de que yo no podía seguir viviendo en ese apartamento que se estaba desarmando. Hablé con Don Berga y le dije que le devolvería su apartamento en un mes. No voy a entrar en mucho detalle, pero no había un contrato que me obligara a quedarme un año, así que estuvo de acuerdo inmediatamente.
Empecé a buscar otro, al que pudiera mudarme lo antes posible. No me interesaba comprar ya, la experiencia ya había sido lo suficientemente mala. Pero encontrar el apartamento soñado estaba más complicado ahora, los precios subieron demasiado y ya no eran rentas realistas.
Los apartamentos que estaban cerca eran muy pequeños y muy caros. Los apartamentos que tenían buen tamaño y estaban a buen precio, estaban demasiado lejos. Perdí mi encanto de Ricitos de Oro. 😪
Pero lo encontré, encontré el apartamento en el que sabía que estaría tranquila. Naturalmente y por el trauma, pregunté y revisé todo lo necesario en relación a plomería y electricidad... todo estaba bien. Y como un extra muy hermoso, este dueño, lo llamaremos Don Charming, sí acepta mascotas. La lucecita en medio de la oscuridad se intensificó y podía sonreír genuinamente por primera vez en 5 meses.
En el trabajo, cada día se sentía más pesado, yo hablaba de lo que sentía pero nada cambiaba. Solo sentía que todo empeoraba.
Y entonces, colapsé.
Me intoxiqué, me desmayé, me sentía morir de la noche a la mañana. El resultado: estaba totalmente deshidratada y necesitaba llevar una dieta balanceada que me aportara los nutrientes que necesitaba para seguir aguantando esta chingadera llamada vida. Acudí a mi más grande consuelo: mi mamá. Viví con ella hasta que llegó el día de la mudanza. Y así fue como una nube negra gigante se fue de mi vida.
Me mudé en Semana Santa para poder tener esos días para ajustarme al cambio, ordenar mis cosas en el nuevo hogar y pues igual no se pudo porque tenía presión de cumplir con ciertas cosas del trabajo. Recibía mensajes y llamadas de distintas personas que me insistían en que era urgente que atendiera a lo que me solicitaban.
Mientras me adaptaba al nuevo apartamento, imaginaba cómo sería la vida para Ozzy cuando ya pudiera tenerlo conmigo. Y entonces, una realidad muy fuerte me pegó: Ozzy ya estaba acostumbrado a otra familia, a otra casa, a vivir con muchos gatitos más, a tener más espacio y a nunca estar solo. ¿Cómo iba a poder vivir feliz conmigo cuando él ya tenía a alguien más identificada como su humana y al estar conmigo, pasaría mucho tiempo solo por mis horarios de trabajo?
Entonces lo hablé con mi amiga porque, aunque sabía que a ella no le pesaba tenerlo y que sería feliz de quedárselo, sentí la necesidad de definir todo para que todos tuviéramos paz.
A pesar de que empezaba a sentir más paz que en los últimos meses, el tema del trabajo me estaba superando. No entendía por qué las cosas habían cambiado tanto para mal... cuando yo entré, era un lugar lindo y feliz. Pero ya era insostenible, todos los días me despertaba y lloraba porque ya no quería ir. Redacté mi carta de renuncia y la tenía guardada para cuando llegara el momento en que supiera que no tenía más opción que irme.
Llegó otro rayito de luz a mi vida: mi Nosferatu. Todo pasó tan rápido que en menos de dos días, yo tenía al gatito que tanto había querido en casa. Era bebé, por lo que se adaptaría rápido a mi rutina y me daría la oportunidad de disfrutar cada etapa de su crecimiento.
La vida empezó a sonar y a verse mejor, el amor de este ser tan pequeñito me llenaba completamente el corazón y podía sentir cómo muchas de mis heridas emocionales iban sanando.
Y entonces, pude ver desde una nueva perspectiva cómo todo lo que me había dañado los últimos meses ya no era parte de mi vida... excepto el trabajo. En serio que yo expresé mil veces mis preocupaciones, lo que me hacía mal, lo que sentía... pero nunca me escucharon. Es más, hasta me regañaron por ser "muy emocional". Entendí que no había nada más qué decir.
LinkedIn fue mi mejor amigo por el siguiente par de meses, entraba a toda hora para poder ver plazas disponibles y envié mil veces mi CV a dónde pude, esperando encontrar una buena oportunidad. Se tardó un poco y estaba perdiendo la fe de nuevo, cuando la tan esperada oportunidad llegó y yo no lo dudé ni un segundo.
Como dato curioso, ese día yo ya había editado, impreso y firmado mi carta de renuncia, finalmente había tenido suficiente y quería irme de ahí, aunque no tuviera nada claro aún. La llamada con las palabras "tenemos una plaza para ti, ¿la querés?" se sintió como un milagro muy lindo.
A pesar de que mi salud aún no logra recuperarse al 100% y siempre sigo trabajando en mi salud mental, ya voy más cerca cada día... mi corazón siente muchísimo agradecimiento por cómo todo mejoró: vivo en un apartamento lindo, tengo un gatito hermoso, estoy en un trabajo que me encanta, estoy estudiando otra vez para fortalecer mi carrera y he podido conocerme más, amar mi soledad y poder re definir qué quiero en mi vida y qué nunca volveré a tolerar.
Definitivamente, fue casi un año muy rudo pero lleno de aprendizajes y de obstáculos que me hicieron muchísimo más fuerte. Todo esto, gracias al apoyo incondicional de la persona que nunca me dejó y siempre cree en mí: mi mamá.