Hace 14 años, este día era sinónimo de haber dormido la noche anterior rodeada de aroma a pavo en el horno, de despertar y tener un desayuno increíble, de sentarme a comer rodeada de cariño, de ver un partido de la NFL, pero más que nada era sinónimo de mi papá, su sonrisa, su entusiasmo y de mi admiración por él.
Hace 9 años que este día ya no significa lo mismo. Me hundí en una nube de depresión, este día entonces era sinónimo de no querer despertar, no levantarme, no moverme, ni siquiera comer y llorar todo el día.
Parecía que era un recordatorio de lo realmente solo que alguien puede llegar a sentirse. Es un día lleno de melancolía por las sonrisas que ya no tendré.
A casi 10 años de no saber sonreír en un día tan importante, recordé lo que mi papá amaba tanto de mí: mi felicidad, mi sonrisa.
Este año, entonces, decido cambiar la tristeza por agradecimiento, como debe ser.
Es así como este Día de Gracias - 2014, estoy agradecida por tres pilares en mi vida.
1. Estoy agradecida por mi familia en general, todos son geniales. No me imagino creciendo con otras personas, me han hecho compañía, me han hecho reír, han llorado conmigo y me han ayudado a levantarme cuando tropiezo.
2. Estoy agradecida por haber tenido al mejor papá de todo el mundo, por todo lo que me enseñó, por todo lo que compartimos, por ese lazo tan fuerte que siempre nos unió y por todas las sonrisas que me regaló. Me siento tan bendecida (creo que esa es la palabra adecuada) por haber aprendido de él tanto: el amor por la música, por la lectura, por el café, por escribir y por nunca darme por vencida.
3. Estoy agradecida por la mejor mamá del mundo, por comprenderme, apoyarme y nunca dejarme sola. Cada día sigo aprendiendo de ella a ser feliz siempre, a ver el lado positivo de todo, a trabajar y luchar por lo que quiero.
Se siente tan bien el poder apreciar lo que tenemos, sea material, sea emocional, sean personas, sean momentos o sean circunstancias.
Agradezcamos más y quejémonos menos.
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